DEFENDIÉNDOME DE CUALQUIER COSA
Me siento frente a ellos en un ridículo pupitre y pienso: "Vale, ahora tengo que defenderlo". ¿Defenderme de qué? ¿Defender a quién? Esta puñetera oposición me está volviendo (un poco más) loca.
Y empiezo a hablar, y mi cabeza no se sincroniza muy bien con mi boca. Quiero decir más de lo que digo, quiero decir todas las cosas, pero sólo algunas salen por mi boca. Además no dejo de pensar en su pinta, ellos harán lo mismo conmigo; "el viejecito de la esquina tiene pinta de estar de vuelta de todo", "menos mal que la rubia me sonríe... parece que se está enterando de todo".
Y, luego, el mal rollo de abrecartas, paso de usarlo, que yo soy capaz de abrirme aquí las venas delante de todos. Y, encima mi cabeza que siguie a su bola: "mañana empiezan las rebajas, ya me veo a las 10 haciendo cola... he quedado con mi hermana y seguro, que se compra más cosas que yo.
Les miro, creo que no he dicho ni la mitad de las cosas. Sonrisita y caidita de párpados. Hasta la próxima. ¡Ójala no haya próxima!