APOSTANDO A CIEGAS
Un año más toca esperar a la puñetera lista y jugarme con el destino mi estancia durante un año (esperemos) en algún pueblo, pueblucho o ciudad de La Comarca. Yo, que por no jugar, no juego ni a la lotería, por mi elección (obligación) laboral me las veo cada año con el azar. Bueno, con el azar y con los "ciento y la madre" que están por encima mío en la lista.
Toda tu vida pendiente de un hilo, mejor dicho de un numerito; concretamente, el que pongas en la casilla a signar, y ..... ¡¡¡PUMP!!! Felicidades, te vas a culo de mundo a pringar. En realidad, dependo de un número y de una administrativa, la que esté en ese momento (no en el lugar, sino trabajando, porque para ellos eso no es sinónimo). Con la alegría y jovialidad con la que me cogen el teléfono, me las imagino el día crucial limándose las uñas, sin prestar mucha atención a su trabajo y, en el momento final de su jornada, PLAFFF... resuelven: "A ésta la mandamos al carajo".
Como fui de vacaciones a Santiago y acudí a la Misa del Peregrino, me compré un rosario. Y aquí estoy, rezándole al Santo: por favor, por favor, que sea más cerca este año. Yo no creo en estas cosas pero como dicen los gallegos; por si acaso...... En realidad, nunca sabemos donde nos llevan nuestros pasos, pero sufrirlo todos los años es demasiado.
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